No tengo miedo ni esperanza. Desde
un hotel exterior al destino, veo una playa negra y, lejanos, los
grandes párpados de una ciudad cuyo dolor no me
concierne.
Vengo del metileno y el amor; tuve
frío bajo los tubos de la muerte.
Ahora contemplo el mar. No tengo
miedo ni esperanza.
Antonio Gamoneda
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